La Dama del Nilo - Pauline Gedge


La Dama del Nilo supuso la puesta de largo de la escritora neozelandesa Pauline Gedge y su primera incursión en el género de la novela histórica, género que tras algún coqueteo la ciencia-ficción en forma de "Stargate" hubo de hacerle un hueco entre una larga lista de reputados autores.

Esta ópera prima novela la vida de uno de los personajes más desconocidos y enigmáticos de la cultura egipcia en era de faraones; Hatshepsut, la primera mujer que ascendió al trono a pesar de las leyes que impedían a un no-varón alzarse con la doble corona de rey-faraón del Imperio Egipcio.

El relato comienza en los primeros años de vida de una princesa y concluye con sus últimos días como faraón, entre medias, Gedge nos habla de un inconmensurable viaje a través de las costumbres de la época, de las intrigas en las altas esferas, de romances y guerras, o sobre la idiosincrasia de una sociedad esclavista y fervientemente politeísta.
Y este es el punto fuerte del libro, la grandiosa minuciosidad con la que se describe el día a día de la comunidad. 
Nos adentramos a conocer los ritos que se llevaban a cabo y el porqué de estos y su importancia, como se regía y gobernaba una de las civilizaciones más importantes jamás existidas o el porqué de la esencial importancia de trascender más allá de la carne y la muerte.
El faraón y padre de Hatshepsut, Tutmosis I advirtiendo la más que inminente desestabilización e incompetencia para con el imperio que supondría nombrar faraón su único varón a su muerte, Tutmosis II, decide romper con un tabú milenario en el que la máxima autoridad sería encarnada por una mujer, su vástago de menor edad, la princesa Hatshepsut.
A partir de ese momento, y sin desvelar más de la historia, se sucederán continuos ardides para derrocar a la faraón, amores imposibles y muerte, mucha muerte, pero no el sentido más físico de la palabra, al contrario, metafísicamente hablando.
La muerte es el principal  Leitmotiv de la obra, una constante que está presente y envuelve con su manto a nuestra protagonista a lo largo de toda su vida, condenándole a una estoica soledad que paradójicamente resulta ser a su vez origen de su fuerza pero también de su debilidad.
La fuerza para poder demostrarse a sí misma y a una sociedad de hombres que puede ser una poderosa y digna faraón pero una tambien latente debilidad que sufre por una vida de aislamiento afectivo, protocolaria, alejada de los seres que le son más amados y obligada a un amor que le es prácticamente imposible. 
Jugando con esta baza, Gedge teje una telaraña emocional en torno a su figura, sustentada por toda una suerte de personajes históricos que vivieron durante su época; sacerdotes, clérigos, faraones, generales, arquitectos.... y si bien la autora se toma ciertas licencias para novelar esta pseudo-biografía, a poca consulta que uno realice sobre los hechos, sólo cabe quitarse el sombrero ante tal laboriosa lección de documentación.

Desafortunadamente, aun presentando una sucesión de hechos inmaculados y una minuciosa tarea de investigación, la narración carece de esa magia que distingue a las grandes obras. 
¿Quiere decir esto que no es una buena lectura? En absoluto, La Dama del Nilo es un buen libro y muy recomendado si os interesa la cultura egipcia, pero lo cierto es que si uno ha degustado otras obras del género como pueda ser Yo, Claudio o Juliano el Apóstata, tendrá la sensación de estar ante un libro menor dentro de las biografías noveladas.
A ello hemos de sumar un escollo, que al menos a mí me dejó a disgusto. 
Es evidente que la novela gira en torno a una única figura, el problema viene cuando la escritora hace tal énfasis en ella que descuida al resto de personajes. 
Son pocos los que sobreviven a la opacidad que Hatshepsut les procura aun resultando estos imprescindibles a lo largo de toda la trama. Pocos superan un lejanísimo segundo plano y los escasos que lo consiguen, o no resultan todo lo contundentes que deberían o están desaprovechados; Meritra, Nehesi o la segunda esposa de Tutmes II, son claros ejemplos; personajes que sin duda podrían haber dado mucho de sí y contribuir muy positivamente para con la historia pero que por desgracia se pasean por las páginas de una manera meramente anecdótica.

En conclusión, La Dama del Nilo describe un disfrutable viaje al Antiguo Egipto novelando una biografía muy interesante, atractiva y desconocida, y si bien en ocasiones los personajes no son todo lo sólidos que deberían y carece de la impronta que poseen las deliciosas narraciones de las grandes novelas, no por ello deja de resultar una lectura más que recomendable, en especial para aquellos que gusten del Egipto más esplendoroso y misterioso a la par que de figuras históricas enigmáticas.
No os defraudará.

PREMIOS : Mejor Novela - 1977 Certamen de nuevos novelistas de Alberta.


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1 comentario:

  1. La historia de Hatshepsut es fascinante. Cuando la novela cayó en mis manos era uno de los títulos de una colección sobre novela histórica, y comencé su lectura animado por el entorno, la civilización egipcia que siempre he admirado, pero poco convencido de que la historia captara mi interés. Sin embargo, la obra me sorprendió. Por aquel entonces conocía a Cleopatra como mujer poderosa de Egipto, pero nada sabía sobre Hatshepsut. Su niñez, adolescencia y madurez se relatan con un estilo brillante que hace que el interés no decaiga en ningún momento. Su relación con Senmut, sacerdote y arquitecto real dota a la narración de una humanidad y cercanía difíciles de lograr en un relato. No en vano, los arqueólogos siguen preguntándose si en realidad hubo algo entre ellos, pero las escasas pruebas de la época parecen afirmarlo. El pulso que mantiene la reina con el joven Tutmosis III, que fue posteriormente un faraón guerrero, tensa la trama y la dota de mayor interés. Esta novela se ha convertido en una de mis favoritas del antiguo Egipto sobre una mujer excepcional que trajo a su país un periodo de paz y prosperidad. Salu2.

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