El inocente - Harlan Coben

Resulta complicado llegar a ser partícipe del entusiasmo general que uno puede llegar a encontrar en referencia a la novela que nos ocupa si se bucea por la red de redes en busca de opiniones, reseñas o derivados de un autor que, para mí, hasta la lectura de "El inocente", era un completo desconocido.
Aterrizó en mis manos un ejemplar de manera casual, y mentiría si no reconociese que su sinopsis capturó mi atención.
Así que, de entre una lista de clásicos pendientes inabarcable y otra de no tan clásicos, pero no menos inabordable, me puse manos a la obra.

He de confesar que los capítulos iniciales son ejemplares, de auténtico manual de novela negra.
Atrapan al lector irremisiblemente e incluso la narrativa empleada en el prolegómeno resulta un recurso más práctico y bien avenido frente al componente "estético" que cabría suponerle, y permite empatizar con un protagonista que está siendo construido en sus inicios.

Ahora bien, tras unos capítulos introductorios realmente satisfactorios, comenzamos a adentrarnos en otros irregulares y confusos.
La trama empieza a plantear los interrogantes que sirven de ignición para que personajes e historia se pongan en movimiento, y francamente, desde una flagrante mediocridad, que hace de difícil digestión las comparativas del talento del autor con Christie o Doyle (cosas del marketing), impresa hacia la mitad del libro, hasta el aburrimiento y la indiferencia de su conclusión, nada más encontraremos.

Y es que, en mi opinión, el peor adjetivo del que se puede hacer acreedor un libro es el de la insustancialidad.
Unas obras, pueden tener una narrativa mejor avenida que otras, un ritmo más dinámico o pausado, unos personajes mejor construidos, una creatividad o ideas que despierten en el lector algún sentimiento, aunque sea displicente... pero no conseguir nada más allá del tedio... peligroso.
Y me resulta chocante, ya que las opiniones que uno puede encontrar, son francamente positivas, y aunque no deja de ser una cuestión meramente subjetiva, es difícil defender un libro con tan graves carencias dentro del género per se, no unicamente en el subgénero "noir", si no el ámbito general del policiaco.

El principal problema que encuentro en "El inocente", es la rápida degeneración en la que deriva unos capítulos iniciales de verdadera novela negra, en un guion hollywoodiense de sobremesa que tantas veces hemos visto.
Cliché tras cliché nos dirigimos hacia una trama en la que prostitución, strippers, altos cargos institucionales y ex-presidiarios se dan la mano. Y no hay nada de malo en ello si sabe mezclar la justa medida de sus ingredientes, como si de un cocktail, se tratase; el problema viene cuando el autor lo combina como si estuviese en un "botellón", supeditado a la máxima de "cuanto más grande mejor".
La trama se va volviendo tramposa, inverosímil e inconsistente en pos de intentar conseguir una falsa espectacularidad bajo la premisa anteriormente mencionada, algunos personajes abandonan la historia tan rápido como entran una vez completada su función de poner al protagonista en el camino hacia su siguiente pista, resultando estos en burdos y vacuos secundarios, cuya máxima expresión recae en un personaje cuyo hobby en vida ha sido construir una especie de museo de "strippers" y que gracias a su inconcebible, inverosímil e increíble, conocimiento de las mujeres del oficio consigue poner en la dirección correcta a los personajes cuando absolutamente no había posibilidad de éxito, resultando este en un recurso deleznable y de la más baja estofa por parte del autor, por poner el ejemplo más flagrante de cuantos encontrará el lector a lo largo del libro.

El inocente es un libro malo en terminos generales, interesante en su comienzo, mediocre hasta cierto punto y muy deslucido en conjunto.
Propietario de un cliché por trama y unos personajes incapaces de generar interés o empatía una vez que la espesa madeja de la trama intenta querer desenvolverse, cosa que no llega a conseguir en ningún momento, al menos no satisfactoriamente.
Queda tan evidenciadas sus carencias frente a tantos y tan grandes exponentes ya sean en forma de autores u obras, que resulta incomprensible que alguien pudiese recomendar esta historia frente a clásicos como Doyle o Christie, o contemporáneos como Eco, Reverte o Mankell.
Absteneos.



Quizás te interese:

 Rosa (Jonathan Rabb)

Sorry (Zoran Drvenkar) 

 

Loteria solar - Philip K. Dick

Si tuviese que elegir un autor como máximo exponente a la hora de desenvolverse en los terrenos del relato o el cuento, probablemente sería Philip K. Dick. Sus colecciones de cuentos son poco menos que imprescindibles si degustas el formato y obligatorias si disfrutas la ciencia ficción. 
Es uno de esos autores cuya obra paso desapercibida en vida y minimizada en importancia. Murió poco antes de que se adaptase a la gran pantalla la que probablemente sea su novela más célebre, "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?", aunque para la masa siempre será conocida como "Blade Runner",  y a pesar de que en alguna ocasión ha parecido que resurgía de sus cenizas cual ave fénix, generalmente debido al éxito de alguna adaptación cinematográfica de su obra como pueda ser "Minority Report" o "A Scanner Darkly" por citar algún ejemplo, nunca ha conseguido escapar de ese limbo literario en el que se encuentra sumergido.
Y si bien algún día hablaremos sobres sus ya mencionados relatos, esos que sirvieron para que un servidor descubriese al autor, hoy le toca el turno a la novela que supuso su puesta de largo en un género que estaba llamado a refrescar.

Lotería Solar es el primer ejercicio de largo recorrido por parte del americano, uno de pura inventiva y creatividad desbordante, cargado de buenas ideas, pero una primera itinerantica en unos compases y estructura en los que se evidencia, el autor no dominaba por entonces.

Dick nos sitúa en un futuro en el que el máximo dirigente (llamado "presentador") de una confederación de planetas es elegido mediante un método azaroso llamado "la botella". A través de los conocidos como "saltos", este método designa un nuevo "presentador", Leon Cartwright.
El mandatario saliente planea a su vez el asesinato del novel dirigente para recuperar el poder perdido, posibilidad legalmente contemplada en la historia planteada, y para ello recurrirá a un androide controlado mentalmente hasta por una treintena de personas simultáneamente para poder burlar al ejercito de telépatas encargado de proteger al recién elegido "presentador".

Dick murió el 2 de Marzo de 1982.
 Esta escueta sinopsis puede llevar, y casi seguro que lo hace, a confusión, y ese es probablemente el mayor hándicap de la novela.
Dick no termina de encontrar el equilibrio en su narrativa, ofreciendo capítulos confusos y precipitados en su desarrollo, especialmente hacia el epílogo, donde se hace palpable una apresurada y atropellada estructura que no le sienta nada bien a la novela, amén de personajes a los cuales les falta una mayor complejidad y profundidad, si bien, paradójicamente, el androide protagonista, Pellig, resulta el mejor avenido, humanizado y construido de todos ellos.
También hemos de sumar la inconsistencia estructural al plantear algunos interrogantes de los que no se obtiene respuesta: las motivaciones de la secta; el método de selección (la llamada botella); la manera en la que el protagonista orquesta su elección, y alguno más que me dejo pendiente, pero que se dejan ver continuamente a lo largo del desarrollo y provocan esa pequeña comezón de ser consciente de que no todo encaja fluidamente, o al menos, no como debería.

Afortunadamente, son más las virtudes que los defectos.
La trama es lo suficientemente atractiva como para querer conocer el desenlace y algunos momentos son más profundos de lo que pueda entreverse en una primera instancia y sirven para abrir la puerta a algunos leitmotiv que estarán presentes a lo largo de toda la obra del autor como pueda ser la autoconsciencia o la paranoia. 
Lotería Solar es una ligera aproximación a alguno de los ejes que a la postre se convertirán en pilares dentro de la obra del escritor.
 Funciona debidamente como una novela de ciencia ficción de aventuras más próxima a Verne que a la vertiente más purista del género propias de Crichton o Asimov y aunque quizás le falte esa mayor fluidez en su estructura y narrativa no deja de ser un digno entretenimiento ideal para iniciarse en la obra del americano.


Quizás te interese:

 Metro 2033 (Dmitry Glukhovsky)

 La amenaza de Andrómeda (Michael Crichton)

La Zona Muerta - Stephen King

Me resulta complicado imaginarme en una tesitura similar a la que me sucede con Stephen King con cualquier otro autor.
Por lo general los puntos de partida de sus historias me suelen resultar bastante atractivos, y su desarrollo, sustentado por una narrativa efectista y de fácil digestión, hace que sus novelas transcurran por mis manos casi tan fugazmente como el recuerdo que suelo albergar de ellas una semanas más tarde. 
Y es que, por regla general, el sentimiento tras acabar sus trabajos, es el de uno agridulce que se va gestando conforme se avanza a lo largo de una historia prometedora que finalmente acaba precisamente en eso, en poco más que vacuas promesas.
Hay excepciones por supuesto, hacerse acreedor de "maestro del terror" no puede obedecer sólo a estrategias de marketing y "Carrie" o "El Resplandor"; o su genial faceta de escritor de relato corto, son ejemplos de ello.
Muy a mi pesar, La Zona Muerta no pertenece a ese pequeño grupo de exponentes, corresponde al que lleva a preguntarse el porqué de como una novela tan nimia llega a convertirse en "best-seller", serie, película, etc...

La novela narra la historia de Johnny Smith, un profesor que tras pasar cuatro años y medio en coma despierta con el don de la clarividencia.
Esta particularidad dará lugar a que las autoridades soliciten su ayuda para capturar a un asesino en serie que sirve de nexo de unión para un exagerado y anticlimático cierre de la historia en el último acto de la novela.

El libro se encuentra estructurado en tres actos.
El primero tiene un carácter introductorio en el que se nos narra la vida diaria del protagonista y sirve para construir su universo y presentar a los diversos personajes que le rodean hasta que sufre el accidente.

Es en el segundo acto donde se encuentran los mejores compases de la novela.
Seremos testigos de la lenta recuperación física del protagonista, narrada con todo lujo de detalles y sólidamente documentada, así como la abrupta transformación psicológica al contemplar como su mundo, tras cuatro años y medio en coma, ha hecho poco menos que desaparecer.
A ello hemos de sumar esa sub-trama policial de la que se compone y que, aunque es un pretexto para justificar las motivaciones del protagonista de cara al clímax, resulta tan entretenida como satisfactoria.
Sin duda los mejores momentos de la novela.

Por último nos adentramos en la última y chirriante parte de la novela.
Apresurada y atropellada crónica sobre la confrontación de un malo muy malo, sin mayor complejidad en su construcción que la de resultar el antagonista de una historia que página a página va perdiendo fuelle para acabar siendo una mera parodia de sí misma.
Resulta difícil no comparar y acabar pensando en esta última parte como un burdo reciclaje de la sub-trama policial del segundo acto solo que peor escrita y toscamente alargada.
Y lo peor ya no es lo tristemente construidos que se encuentran los villanos, incurriendo estos en el paroxismo más irritante del que el escritor suele hacer gala en algunas ocasiones, lo peor se descubre si uno se para un momento un breve momento a sopesar la plausibilidad (que sí, que ya sé que es una obra de ficción) de lo que King plantea y de la que solo puede concluirse lo estúpido de la propuesta.  
Moteros como guardaespaldas de un candidato a la presidencia que no es otra cosa que un delincuente  que tiene coaccionados a todos los medios de comunicación que conocen sus trapos sucios pero que de los que convenientemente para la trama, todas las autoridades e instituciones ignoran y cuyo meteórico ascenso a la presidencia nadie puede detener excepto....ya sabréis quien.
Sinceramente, prefiero un telón de fondo más mundano y sin grandes artificios que la chorrada supina como la condensada en dos frases más arriba.

La Zona Muerta es sin duda el peor libro que he leído del autor americano, aun queriendo ser indulgente y anteponiendo sus virtudes a sus defectos, resulta difícil defender esta obra en su conjunto.
Es cierto que consta de momentos realmente entretenidos y se devora sin dificultad, pero no lo es menos el hecho de creer que un libro como este hubiese tenido el mismo impacto de haber estado firmado por una pluma distinta a la que nos ocupa.
A pesar de todo, como buen relato salido de manos de King, su facilidad para ser leído y los dos primeros actos consiguen rescatarlo del escarnio para dejarlo en la mediocridad de lo intrascendente que resulta su lectura.
Un libro para los acérrimos del autor y evitable para los neófitos que quieran introducirse en su obra.


Quizás te interese:

Apocalípsis (Stephen King) 

La Larga Marcha (Stephen King)