La perturbadora portada original de la novela |
De vez en
cuando y a lo largo de los años, aparece algún ejemplar de entre la literatura
o el celuloide que trasciende más allá de su formato para pasar a formar parte
de la cultura social.
El cine
siempre ha tenido mucho que decir en todo esto: "Star Wars" o
"Matrix" por nombrar algunos "hijos propios" y otros como
"Ben-Hur", "Blade Runner", "El Señor de los
Anillos", o la más reciente "Juego de Tronos" por citar
algunos entre decenas de ejemplos que tienen su génesis en los libros.
Algún puñado
de esas obras acaban por convertirse en verdaderos iconos culturales y marcar
un antes y un después, pero si desde luego hay un caso singular, ese es el de:
"El Exorcista".
He de
empezar diciendo que soy una persona que detesta las adaptaciones
cinematográficas, considero que el 98 por ciento de ellas no llegan
siquiera a ser mediocres o pasables, si no directamente esperpentos que
prostituyen y desvirtúan las historias de las cuales son los propios autores
los que acaban ejerciendo como proxenetas al mejor postor.
No es un lloro exclusivo de un servidor pero afortunadamente la adaptación de
la novela de homónimo nombre se sitúa en el otro
extremo de la balanza.
Es
inevitable hablar de la adaptación de la novela si queremos abordar el libro,
pues como hemos dicho este caso es un tanto particular, en primer lugar por el
gran desconocimiento general del público hacía el relato.
Haced la
prueba de preguntar a aquellos que la hayan disfrutado / sufrido si sabían que
era la adaptación de una novela.
Y en
segundo, porque es el único caso que he encontrado (al menos de momento) en mi
vida en el que es difícil discernir que es mejor, si libro o película.
Todo comenzó
cuando un señor que se llamaba William Peter Blatty, nacido en los
Estados Unidos de América allá por el lejano 1928, concretamente el 7 de Enero
para aquel que guste de los detalles, se decidió en 1971 a crear una de las
obras más perturbadoras del género de terror jamás escritas.
Al parecer,
al Sr. Blatty no le resultó suficiente con su versión de papel,
así que junto con el maestro Friedkin se embarcó en la
oportunidad de llevar a imágenes su aterradora pesadilla, encargándose el
escritor de confeccionar la adaptación a guion de su propia novela, labor por
cierto que le valió un Oscar al mejor guion adaptado de 1973.
El autor William Peter Blatty |
El libro,
semilla de donde germinaron las pesadillas multitud de personas, es un relato
ágil y de ávida consumición donde apenas se concede un momento de respiro.
Regan
MacNeil es la
pre-adolescente e hija de una actriz separada junto con la que vive en un
acomodado barrio de Estados Unidos.
La niña
pronto comenzará a mostrar los "síntomas" de una
"enfermedad" la cual acaba por resultar imposible de diagnosticar o
tratar por parte de la medicina convencional.
Cuando
comienza a empeorar hasta límites insospechados y con toda esperanza de sanar
desvanecida, la madre acaba por recurrir al Padre Karras, un cura
psicólogo que a raíz de determinados sucesos ha comenzado a cuestionar su Fe.
Sin lugar a
dudas este es uno de los personajes más atractivos de la novela.
Karras es un personaje profundo, y le sirve
al autor de precisa herramienta para poder introducir elementos como la
dualidad entre el bien y el mal o la fe y el escepticismo, que acaban por dotar
a la historia de una gran riqueza y de paso evitar caer en una posición más
dogmática al respecto.
Para
potenciar ese imparcialidad, Blatty también atina al incluir un
trabajo detectivesco por parte del personaje del inspector Kinderman que
no hace sino ahondar en esa sensación de ambigüedad que se pretende transmitir
entre lo metafísico y/o espiritual y lo físico y/o tangible.
Un gran
acierto por parte del escritor para no evidenciar una postura definida en
cuestiones de índole religiosa, máxime cuando esta es una constante de peso a
lo largo de todo el desarrollo de la novela, el autor americano consigue
mantenerse como un mero observador de la historia y evita caer en el
subjetivismo o a las parcialidades, y eso es algo digno de elogio.
La trama va
desgranándose sin prisa pero sin pausa, creando una atmósfera tenebrosa y
perturbadora para el lector, con pasajes verdaderamente inquietantes, como la
aparición de la niña en las escaleras, por desgracia es ahí donde yo encuentro
el mayor pero de la novela a la vez que del porqué del éxito de la adaptación
cinematográfica.
Superada la
primera mitad del libro que sirve para preparar al lector para el desarrollo y
posterior desenlace de esa espiral demoniaca sobre la que versa, el relato se
vuelve muy visual, todo tiene un gran componente plástico y estético que a
veces no se consigue transmitir con todo el impacto que una escena cinemática
puede conseguir cuando se encuentra en las manos adecuadas, más aún cuando
hablamos del género de terror.
Por ello,
novela y película acaban por conformar una excepcional simbiosis donde ambas se
complementan.
Es por ese
tan buen hacer que ambas demuestran al aproximarse a la misma historia, que
realmente resulta complicado dirimir que versión es mejor.
Cierto es
que ambas buscan ese impacto y ese terror en el público, y siendo honesto, creo
que esa sensación está bastante más lograda en la versión cinematográfica de Friedkin,
pero no ya como adaptación, sino que está tan bien conseguida que se antoja sin
duda como la mejor película de terror de todos los tiempos, algo
que tampoco habría sido posible de no haber contado con la estrecha
colaboración del autor Blatty que a fin de cuentas no deja de ser
la mente de la que proviene toda esta pesadilla.
Imágen de la película |
Como ya
mencione al principio, es un caso singular, y hablar de la novela sin mencionar
su adaptación es prácticamente imposible, pues ha sido totalmente opacada por
esta última; ahora bien, su valor literario sigue intacto tras más de 40
años.
Se conserva
como un relato ágil y fresco y creedme cuando os digo que encierra pasajes que
realmente consigue ponernos los nervios a flor de piel gracias a la
ambientación que resulta muy trabajada, tornándose opresiva conforme avanza
hacia el epílogo y dotando a la historia de una verdadera sensación de angustia
que transmite casi sin querer.
Ahora bien,
el elemento de terror, que al final es el género sobre el que versa la
historia, aún a pesar de resultar muy bien construido, no llega a resultar tan
impactante como en la versión de celuloide, por lo que si ya has visto la
película el elemento sorpresa y de angustia se ve drásticamente resentido
(aunque os garantizo que encontrareis momentos espeluznantes), pero si eres uno
de esos "extraños" que no ha visionado la cinta, cosa que encuentro
harto complicada, sin lugar a dudas disfruta de la novela en primer lugar para
que tú experiencia sea un gran in crescendo sobre los exorcismos
y el miedo.
Con grandes
virtudes en su haber y conservando ese hálito turbador que pocas veces uno
descubre en el género de la novela de terror, "El Exorcista"
es una recomendada experiencia sobre el miedo que el público y una excelsa
adaptación cinematográfica ha condenado a una suerte de letargia u olvido pero
que sin lugar a dudas merece la pena rescatar independientemente de que el lector
la haya "sufrido" en la pantalla o no.
Imprescindible
en su género.
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