El verano, esa época del año que nos permite escapar momentáneamente de la rutina de la incoherencia y vacuidad que supone nuestra sociedad y reiniciar cuerpo y mente para una puesta a punto que aguante hasta el año siguiente.
Un viajecito,
playa, montaña...o no.
Y ya que hay
mucho tiempo libre, ¿por qué no una o varias lecturas?
Y desde
luego, si hay un género que casa bien con las vacaciones es el policiaco.
Frenéticas relatos de principio a fin que dejan poca posibilidad a que el
lector distraiga sus pensamientos con menesteres ajenos a la historia, pero
claro, para conseguir esto se hace vital el acierto a la hora de escoger una
novela bien escrita, y puestos a elegir un autor pues lo hacemos con una de las
figuras por antonomasia del género.
Y es que, si
Doyle es el padre del policiaco, Agatha Christie, sin lugar a dudas, es la
madre.
Difícil para
cualquier lector el no haber disfrutado alguno de los más de doscientos
trabajos que componen la prolífica obra de la reina del crimen,
pero más complicado aún es no haber oído hablar de ella.
Aghata
Christie, cuyo
volumen de ventas en el mundo anglosajón sólo es superado por Shakespeare,
publicó su primera obra hace ya casi 100 años (se dice pronto), concretamente
en el 1920, se tituló: "El Misterioso Caso de Styles" y
fue la primera novela que un servidor (y ya no sería la última) leería.
Y es
precisamente de su ópera prima de la que hoy vamos a hablar.
Lo primero
que sorprende al concluir la lectura de esta historia es lo increíblemente
sólida y coherente que resulta, y por encima de todo eso, la gran calidad que
atesora para tratarse de la primera obra de una escritora novel.
Para mí, la
mayor virtud que posee Christie, y que se hace patente a lo largo
de todos sus trabajos, es la plausibilidad de sus historias, la racionalidad de
sus personajes y la aplastante lógica que la conforman y le otorgan ese grado
de autenticidad y credibilidad que las vuelve únicas.
Un halo de
realidad que envuelve todas sus historias y confiere al lector la posibilidad
de trazar sus propias hipótesis, sus conjeturas y opiniones sobre los
personajes y los hechos, todo ello gracias a las pistas que en un gran alarde
de lógica y meticulosidad, la autora inglesa deposita cuidadosamente entre sus
líneas.
Raro, pero
no imposible, sería anticipar la resolución de sus historias, pues si bien Christie
posee un innegable talento a la hora de construir una escalofriante
lógica en sus relatos, su mayor talento y virtud residen en una inagotable
habilidad para sorprender al lector a través de sus giros argumentales. Son
pocos los autores que pueden hacer gala de unas resoluciones tan sublimes como
sorprendentes.
Agatha Christie durante su infancia. |
Para esta,
su primera incursión literaria, la autora se serviría del investigador belga Poirot,
que a la postre se convertiría en un personaje icónico de la literatura. Difícil
de desprenderse de él, la escritora lo utilizo a lo largo de toda su vida, confiriéndole
el protagonismo de más de la mitad de su obra.
Un personaje
carismático, acompañado en muchas de sus aventuras (todo un guiño al trabajo de
Doyle) por el capitán Hastings que sirve de
contraste a la excentricidad del belga y de ayuda al lector al plantear las
preguntas que tan superfluas y obvias resultan para el detective pero sin las
que el lector se encontraría perdido e incapaz de entender la praxis o
metodología del personaje principal.
Así pues, la
inglesa encuentra un equilibrio perfecto para sus historias, un equilibrio dinámico y
resolutivo.
"El
Misterioso Caso de Styles" arranca con la visita del Capitán Hastings a
la mansión Styles que da nombre a la novela, y en la que tras una serie de
sucesos uno de los personajes es hallado muerto en extrañas circunstancias. Es
por ello que el capitán contacta a su amigo y afamado investigador, Hercule
Poirot para que ayude en las pesquisas.
Poco ha de
añadirse a esta vaga sinopsis sin destripar alguna de las sorpresas que
componen esta historia.
Los
ingredientes clásicos del género están aquí servidos, los múltiples móviles,
los enemigos, las coartadas que no encajan, los personajes que no son todo lo
que aparentan, etc... Christie se encarga de mezclar dichos ingredientes de una
manera exacta y proporcionada que acaban por conformar una historia soberbia y
sorprendente.
El lector,
sin lugar a dudas, disfrutará con la meticulosidad de la autora a la hora de
recrear historia y ambientación pero sobre todo, la plausibilidad que la
historia transpira por entre sus poros.
Uno de los
aspectos más notables de la historia es, a pesar de ser escrita hace 93 años,
resulta de una frescura envidiable. El dinamismo de su narración se palpa a lo
largo de sus hojas creando una historia atractiva para el lector de hoy en día,
con una intensidad digna de alabanza y una elegancia en su puesta en escena con
la que, sin recurrir a recursos como la violencia de la novela negra
escandinava que tan de moda se ha puesto en los últimos tiempos, consiguen
impactar al lector y atraparlo irremediablemente hasta el desenlace.
"El
Misterioso Caso de Styles" no podría haber supuesto una mejor puesta de largo
para la autora de la que más tarde llegarían sus obras maestras y más conocidas,
y aun a pesar de ello, o quizás a causa de, para observar el crecimiento y
madurez de la escritora, esta ópera prima se convierte en un imprescindible
para aquellos que gusten de "la reina del crimen". Para
los que busquen una historia clásica en el género, bien escrita y mejor
resuelta, Styles se erige como una muy buena recomendación, ágil
y entretenida de leer y disfrutar. Todo un clásico del género.
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